miércoles, 30 de abril de 2014

Qué están haciendo nuestras autoridades....,qué estamos haciendo nosotros!!!. Al diablo carajo, que nos pasa!

Ancash es nuestro equivalente regional de Ciudad Juárez. El lamborghini acribillado 40 veces nos remite a Miami Vice o a GTA. Desde el senderismo, nuestro país se había empezado a desacostumbrar de los altos niveles de violencia. Tan desacostumbrados estábamos, que nuestros referentes para entender lo que está pasando vienen de la ficción o el extranjero. Hemos empezado a cruzar una línea.
Esa línea ya se cruzó en la cotidianeidad del tránsito limeño. Aquí sí hay un referente muy claro ahora: la mentalidad Orión. Juan José Garrido acuñó el término un jueves, refiriéndose a que la prepotencia de los limeños en el tráfico no se limitaba a los choferes de combi, sino que atravesaba todos los estratos sociales. Ese mismo jueves, como dándole la razón, un chofer del Metropolitano casi termina linchado. Al frente de la turba no se encontraban personas que hayan tenido pocas oportunidades educativas, sino un abogado y un artista.
Empresa ORION: quien los detiene!
Esto último no es novedad. Por suerte un celular grabó el abuso, pero situaciones así se ven todos los días. A veces no son tan gráficas, y son sólo una 4×4 cuadrándose donde le da la gana o una bicicleta yendo en contra del tránsito o sobre la vereda. La prepotencia puede venir de cualquier lado.
Un balazo también puede venir de donde sea. El sicariato y la violencia política tampoco son novedad, pero sí los niveles que están alcanzando en estos meses. El JNE y la ONPE advierten de la posibilidad de una violencia política generalizada en las elecciones de este año.
Este es el momento en el que uno se pregunta dónde está el piloto. La respuesta la conocemos todos: el piloto está en automático y ha delegado todo en la copiloto. La copiloto, mientras tanto, está concentrada en su próximo vuelo (y en tomarse fotos para Cosas, Ellos & Ellas y otras publicaciones de raigambre popular). La pregunta por el piloto no es gratuita ni otro reclamo de paternalismo estatal. Estamos, más que nunca, necesitados de algún tipo de liderazgo que impida que demos el paso que falta hacia el abismo.
No se trata, por cierto, de responsabilidad exclusiva de la pareja al mando ni de su gabinete lleno de conflictos de intereses. Toda la clase dirigencial se ha empeñado, en estos años, en demostrarle a la opinión pública que la vocación de servicio es lo último que importa en la política o los negocios. Se pretende instalar discursos en los que la ecología es un estorbo para la economía o en el que el libre mercado avala que estafadores funden y mantengan universidades que sólo producen cartones y desempleados. La política es un juego que consiste casi exclusivamente en embarrar al adversario y en limpiarse el barro propio. Nada que vaya a beneficiar al ciudadano común y corriente sale de la actividad política, que cada vez interesa menos.
Estamos en un momento crítico. Cegados por el crecimiento económico, el discurso optimista sobre el Perú tiene cada vez menos correlato con la realidad pero parece que prefiriéramos no darnos cuenta. Estamos a punto de cruzar una línea. Nuestro futuro depende de que seamos capaces de evitarla a tiempo.
utero.pe 29-04-2014

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